Los deshielos en las altas cumbres cordilleranas del oeste son la causa de la formación de ríos que, al descender y desembocar en la llanura, permiten desarrollar verdaderos oasis cultivados por regadios. Las sucesivas cadenas montañosas abruptas, de dirección norte-sur, no dejan que esas aguas lleguen a las regiones del este y tienden a derivarlas hacia el norte, fuera del territorio provincial o hacia cuencas sin salida, generalmente salinas. Estas características obligan a cada uno de los valles catamarqueños a autoabastecerse con los recursos de agua generados en su propia cuenca imbrífera. Las principales cuencas hidrográficas de Catamarca son las de los ríos Abaucán, Belén y santa maría; y la cuenca de Antofagasta, con los ríos Punilla, Peñón y colorado. Por lo general son ríos de poco caudal y escasa longitud, que tienen recorridos muy accidentados y con tramos interrumpidos o cortados. suelen estar secos en invierno. En todo lo posible se los aprovecha para regadío, razón por la cual las poblaciones humanas se asientan cerca de los cursos de agua, irk-luso desde los tiempos Prehispánicos. Para el mejor aprovechamiento y racionalización del agua, se emplean sistemas de riego del tipo por aspersión o por goteo.
Hacia el sudoeste de la provincia se encuentra el salar de Pipanaco, una zona deprimida de unos 600 km 2 , donde desaguan numerosos ríos y arroyos que nacen en las sierras de los alrededores. En el extremo sudeste de Catamarca, en el límite con Córdoba y La Rioja están las Salinas Grandes.
Otros salares de la provincia son el de Antofagasta y el del Hombre Muerto, al norte, y la Salina de la Laguna Verde, al oeste. |